jueves, 3 de mayo de 2012

A raíz de los cambios que se dan a finales del siglo XIX se genera la nueva visión del XX en la que influyen aspectos como la nueva concepción de ciudad y de vivienda. Cuando William Le Baron Jenney levanta el primer edificio considerado como rascacielos en Chicago, el Home Insurance Building se comienzan a gestar enfoques muy distintos del entorno, pues permitía poder observar la ciudad desde una vista aérea, logro que provocará un disparado avance en la estructura de la ciudad, y un cambio en la mentalidad. Me pareció muy interesante esta teoría y recordé una experiencia propia que se podría relacionar con estas ideas. Cuando tenía quince años, comencé a interesarme por el graffiti, y lo primero que tuve que aprender fue a desacostumbrarme de la distancia a la que normalmente dibujamos o escribimos. Y durante los dos primeros años de aprendizaje y de experiencia, fue lo que más me costó pues no sólo mantienes esa distancia al dibujar, si no también para la lectura o la escritura.
Creo que en la cultura occidental, la “mirada concreta” ocupa un lugar muy amplio en nuestra consciencia, otorgándole demasiada importancia a lo que nuestros ojos son capaces de captar. El cerebro está constituido (de una manera consciente, puesto que lo hemos educado) para captar lo que vemos y determinar “la cosa” como tal, ajena al contexto, incluso hemos educado al resto de los sentidos para que sirvan de apoyo a la vista y la soporte en su reconocimiento de las cosas.
Bajo mi punto de vista, este hecho se relaciona de una manera inconsciente con los juicios de valores, es decir, a raíz de que determinamos lo que nos rodea como algo concreto y definitivo tenemos la capacidad para dictaminar que eso es así y no existen otras formas de representación del mismo objeto.
Como resultado de esta dotación, mezcla de lo humano y de lo adiestrado, vivimos en una sociedad en la que parece ser de máxima prioridad dar respuestas a todo.
Un ejercicio que sería casi un deber en la época en la que vivimos, es hacer un esfuerzo por acostumbrar a la mente a observar y no tan sólo a ver.
Un ejemplo de este fallo, sería la forma en la que el espectador medio se sitúa delante de una obra en una galería. Pienso que, como decía Arthur Danto, para ir a ver arte no puede uno entrar, ver y salir. Hay que reflexionar sobre lo que nos quiere decir y transmitir el artista y hay que dedicarle tiempo.
Parece ser de menor importancia el comportamiento de nuestra vista, pero creo que es absolutamente condicionante en nuestra cultura y nos conduce a una ignorancia y a una falta de libertad, y creo que una buena solución sería educar teniendo siempre muy en cuenta el contexto en el que se presentan las cosas, y no sólo esas “cosas” en sí. Es importante que de vez en cuando formulemos más cuestiones que respuestas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario