martes, 8 de mayo de 2012

Arte y Actitud en los 80 y 90




A partir de 1977 se establece una nueva forma de representación en el arte basada en el lenguaje y en la relación con el espectador, fundamentada en una jerarquía de valores que prioriza al individuo frente a la obra, que pasa a ser un objeto representado y que a su vez representa a la realidad, pero que no es la realidad misma. Es un giro que se manifiesta contrario al pasado, donde la obra tenía un sentido trascendental y unidireccional. Ahora el papel del artista no se manifiesta como revelador de la realidad absoluta embadurnada en puro deleite estético, si no que le dan la vuelta al concepto y exponen una realidad  complementada con el presente mediante la redundancia, la agrupación del objeto, la apropiación, la descontextualización, etc. .Por supuesto este cambio de sistema no hay que verlo como una total contrariedad al pasado, pues lo que se propone es un arte nuevo adaptado a los nuevos tiempos y al contexto social y cultural. Y concretamente en los años ochenta se dan ciertos interrogantes que son los temas principales del nuevo sistema de representación y que se reúnen en concreto en el proyecto expositivo El río crítico a partir de una selección de obras del IVAM. Aquí se pueden ver los temas del momento, como la utilización sistemática del lenguaje artístico que producía al espectador un choque contra el lenguaje que hasta ahora había sido siempre el empleado pos los artistas, o también el propio devenir de la pintura y la exposición de nuevos medios que poco a poco se iban introduciendo en el contexto artístico contemporáneo (a nivel institucional y legítimo), como es la fotografía.Este nuevo lenguaje permite que haya una multiplicidad de lecturas, lo que produce un gran avance y una liberación. 



El arte ya no proporciona tan sólo una experiencia estética si no que se convierte en una vía para replantearse su propia función y se abre por tanto un nuevo campo a la experimentación.

Autores como Allan McCollum o Cindy Sherman proponen un nuevo camino que dista del impuesto por el crítico Clement Greenberg cuya idea principal era que el contenido estaba a merced de la forma y por lo tanto el arte visual sólo debía referirse a lo puramente formal. 

 La intención de estos artistas no es representar lo que ocurre literalmente, si no más bien transmitir al espectador estas cuestiones a través de una forma de comunicación artificial que invite a un pensamiento intelectual y no a un mero placer visual.  Años anteriores ya se iban cimentando estas ideas, con el pop art por ejemplo, pero no es hasta la década de final de los 70 cuanto se produce realmente esta ruptura con todo lo anterior, pues aquí es cuando realmente el artista opta por no ser el protagonista, y es consciente que tiene que situarse al margen de la obra a ojos del que se dispone delante, que es el único sujeto que tiene que comunicarse con ésta que a su vez, cumple la función de objeto que representa lo real.

Bajo mi punto de vista, el contexto del arte actual lleva implícito este sistema, pero es menos reivindicativo porque ya no hay tanta necesidad como antes. En los ochenta los artistas señalaban e indicaban al espectador, como hace Bruce Nauman con su “Poner atención hijos de puta”, sin embargo en la actualidad, los artistas se apoyan en este canon pero no lo señalan.




Cindy Sherman 



En su serie Untitlet film still, una de sus primeras series fotográficas recrea a través de roles representativos de la mujer en el cine y en la publicidad (en este caso el cine negro). Teatraliza sus poses, la actitud, la ropa y el escenario que se dan en estos medios para construir a una mujer indefensa, dependiente, esperanzada…

La artista muestra estas escenas sin su contexto original, lo que produce un replanteamiento de las mismas desde una nueva perspectiva. Por lo tanto, utiliza el propio lenguaje pero dándole otro uso porque está en otro contexto.

Sherman utiliza la propia imagen sin necesidad de hacer modificaciones en ella, la presenta tal como es, y ahí es donde reside la fuerza de su lenguaje. Su discurso critica la representación femenina bajo la mirada falocéntrica que se impone en la sociedad de una manera autoritaria.

Lo que nos propone la autora es una inversión de la escena idílica de la mujer como inferior a la que hay que proteger y que a la vez es un objeto de deseo, y lo presenta de esta forma para hacernos reflexionar sobre la identidad de la mujer, pues lo que ha sido siempre era algo impuesto y falso.

Su lenguaje se construye con el juego y la ironía, pero en este caso es a ella a la que mira el espectador, es parte de la obra literal y metafóricamente.












Allan McCollum

Basa su trabajo en el concepto de copia que se repite y que a la vez es la copia de otra. Con esto declara que es imposible representar la realidad y que lo que vemos son representaciones de esta. A partir de esta idea, explora con sus obras la función que tiene la obra de arte en la sociedad y en la cultura. 

Con su serie Surrogate Paintings formada por una gran cantidad de cuadros negros enmarcados y dispuestos en conjunto, el artista muestra como estos cuadros que están vacíos pueden llegar al espectador cumpliendo la misma función que un cuadro con motivo ya sea formal o abstracto. Por lo tanto, le da la vuelta al concepto y con esa aparente nulidad crea un discurso crítico con el que nos cuestionamos la veracidad de la verdad absoluta que nos habían presentado hasta ahora los artistas.

Sus piezas suelen ser aparentemente iguales pero lo cierto es que todas se distinguen por algo en particular que no se aprecia a primera vista por la solemnidad del grupo. El sentido de sus obras esta en la teatralidad, y superficialidad en la puesta en escena que cumplen como conjunto.




"The dog of Pompei" 1991





Desde 1977 el autor hace una investigación sobre la función de la obra de arte en la sociedad. Sus piezas están creadas para que el lector se cuestione el estatus de esa pieza en su contexto y no a lo que por si misma pueda describir. Es por esto que recurre a la repetición del objeto, aunque sin repetir nunca la misma pieza, para despojarlo de carácter propio.



   “Perfect vehicles” 1988




Las obras de McCollum hay que observarlas de una manera general para encontrar un sentido particular que funciona en grupo, y ese sentido no es más que la artificialidad de la propia obra. 
El artista se influye de las teorías de Walter Benjamin sobre el concepto de reproducción, y mediante la fabricación en grupo, la redundancia, o la acumulación propone una nueva jerarquía en los aspectos comunicativos del arte, que queda desprovisto de una única interpretación y se abre un campo de exploración lleno de posibilidades.



Bruce Nauman




                                     




 Con su obra “Pay attention mother fuckers” manifiesta su intención de llamar la atención del espectador sin que esta sea de una manera puramente formal, como hasta ahora se había hecho. El autor deja claro que la obra debe ser  contemplada y vista como un objeto y el espectador debe ser el sujeto protagonista de la lectura que necesariamente necesita de este para completarse, por lo tanto su papel es imprescindible.





"Studies for Holograms" 1970




Estos autores evitaban el papel protagonista del artista revelador de grandes verdades y optaban por representar las contradicciones dadas en el lenguaje artístico en relación con la sociedad. 



“Lo más interesante del arte de los ochenta es que genera obras que estimulan la capacidad para la sorpresa intelectual por encima de la formal”  Hal Foster, crítico de arte norteamericano.  



La serie de cinco serigrafías titulada Studies for Holograms, en la que el autor hace un uso escultórico del cuerpo deformando su propio rostro, jugando con la inmediatez del gesto y la relación entre el cuerpo propio y el ajeno. El propio artista muestra las posibilidades de su rostro, se aleja de su identidad y se acerca a la del espectador. En esta obra se puede ver la exploración que hace el artista tanto en la semántica como en el soporte. Valora más el proceso que el resultado final.





"AH HA"  1975
   


El recurso de Nauman es utilizar varios idiomas visuales (fotografía, video, acción) para escapar de la neutralidad y acercarse a la artificialidad y a la ambigüedad comunicativa. 

En sus obras sonoras, la forma básica es el monologo usando palabras fuera de su contexto habitual, lo cual hace que se convierta en un discurso extraño que invita a la reflexión. Esto también podemos encontrarlo en sus obras en las que aparecen textos o palabras.



Sus trabajos tienen como referencia la investigación del filósofo Wittgensteinsobre el sentido de la palabra:

El significado de una palabra no es intrínseco, ni proviene del diccionario, si no que es algo que se manifiesta en el uso.








Maurizio Cattelan






Cattelan trabaja con imágenes que se nutren de la reacción del público. Su trabajo intenta alterar y desafiar el pensamiento artístico formal, la distinción entre arte y realidad para provocar una reacción de desenfoque.

“Sólo tomo un minuto para cada idea”. Con declaraciones como esta el autor expresa el sentido de su trabajo y le resta importancia al contenido de la obra, valorando más la reacción del público que el contenido en sí.






 En esta pieza, “Him” , hecha en 2001, yuxtapone el cuerpo vulnerable, aparentemente inocente de un niño con la cara de adulto de Adolf Hitler. 


Con la disposición de la obra la intención es que los espectadores primero aborden esta diminuta figura desde la parte posterior y reconozcan, a continuación al personaje cuando se enfrentan a la parte delantera. La escala de la figura en relación con la estatura física de  los  espectadores cambia la relación de poder, tal vez plantea respuestas contradictorias, pero no disminuye la potencia de la imagen de Hitler.

La combinación de imágenes de Cattelan ofrecen un espacio a la reflexión a respuestas personales y sociales de las atrocidades de pasado, presente y futuro.
Los temas de sus obras, socialmente controvertidos, ahondan en las condiciones del sistema arte constituyendo una lucha contra las instituciones y las reglas del mismo. Para Cattelan todo sistema tiene sus leyes, que se deben aprender para poder entender sus debilidades, contestarlo, derrotarlo y no quedar anestesiados. Él trata de perturbar el sistema del arte con una serie de operaciones que terminan por analizarlo escrupulosamente, desvelando sus engranajes internos y ejerciendo una feroz crítica
contra el mercado del arte.



jueves, 3 de mayo de 2012

A raíz de los cambios que se dan a finales del siglo XIX se genera la nueva visión del XX en la que influyen aspectos como la nueva concepción de ciudad y de vivienda. Cuando William Le Baron Jenney levanta el primer edificio considerado como rascacielos en Chicago, el Home Insurance Building se comienzan a gestar enfoques muy distintos del entorno, pues permitía poder observar la ciudad desde una vista aérea, logro que provocará un disparado avance en la estructura de la ciudad, y un cambio en la mentalidad. Me pareció muy interesante esta teoría y recordé una experiencia propia que se podría relacionar con estas ideas. Cuando tenía quince años, comencé a interesarme por el graffiti, y lo primero que tuve que aprender fue a desacostumbrarme de la distancia a la que normalmente dibujamos o escribimos. Y durante los dos primeros años de aprendizaje y de experiencia, fue lo que más me costó pues no sólo mantienes esa distancia al dibujar, si no también para la lectura o la escritura.
Creo que en la cultura occidental, la “mirada concreta” ocupa un lugar muy amplio en nuestra consciencia, otorgándole demasiada importancia a lo que nuestros ojos son capaces de captar. El cerebro está constituido (de una manera consciente, puesto que lo hemos educado) para captar lo que vemos y determinar “la cosa” como tal, ajena al contexto, incluso hemos educado al resto de los sentidos para que sirvan de apoyo a la vista y la soporte en su reconocimiento de las cosas.
Bajo mi punto de vista, este hecho se relaciona de una manera inconsciente con los juicios de valores, es decir, a raíz de que determinamos lo que nos rodea como algo concreto y definitivo tenemos la capacidad para dictaminar que eso es así y no existen otras formas de representación del mismo objeto.
Como resultado de esta dotación, mezcla de lo humano y de lo adiestrado, vivimos en una sociedad en la que parece ser de máxima prioridad dar respuestas a todo.
Un ejercicio que sería casi un deber en la época en la que vivimos, es hacer un esfuerzo por acostumbrar a la mente a observar y no tan sólo a ver.
Un ejemplo de este fallo, sería la forma en la que el espectador medio se sitúa delante de una obra en una galería. Pienso que, como decía Arthur Danto, para ir a ver arte no puede uno entrar, ver y salir. Hay que reflexionar sobre lo que nos quiere decir y transmitir el artista y hay que dedicarle tiempo.
Parece ser de menor importancia el comportamiento de nuestra vista, pero creo que es absolutamente condicionante en nuestra cultura y nos conduce a una ignorancia y a una falta de libertad, y creo que una buena solución sería educar teniendo siempre muy en cuenta el contexto en el que se presentan las cosas, y no sólo esas “cosas” en sí. Es importante que de vez en cuando formulemos más cuestiones que respuestas.

martes, 13 de diciembre de 2011

Mumford y su rechazo a la máquina


Lewis Mumford, uno de los sociólogos más brillantes del siglo XX escribe Técnica y civilización, donde expone sus ideas sobre la pérdida de la identidad y del valor de lo real.
El autor sostiene que como hay tal cantidad de símbolos, tenemos que cerrarnos ante esta multitud para protegernos.
Nos está contanto por tanto, los cambios de la época en la que vive (años 50 y 60, cuando se origina la publicidad). El origen del problema según Mumford, se haya en la máquina.
Según el, este artefacto que nos permite la reproducción de una imagen, es el culpable de que las cosas no tengan consistencia por si misma debido a que hay una casi infinita cantidad de símbolos y por tanto, es imposible que podamos hacer una selección. Es algo que no controlamos, que se nos escapa.
Yo en relación a sus ideas, opino que los procedimientos técnicos no nos alejan de la realidad, si no que nos acercan a ella.

El texto de Mumford, me hizo reflexionar sobre nuestra época, que al fin y al cabo es como la de Mumford pero elevada casi a su máximo, y digo esto con mucha inseguridad pudiendo advertir los años venideros.
Pienso que pensar de esta manera en el siglo XX no tenía mucho sentido siendo este el gran siglo de los cambios, pero pensar así en el siglo XXI, me parece demencial.
Cierto es que la democratización de la imagen es absoluta, y que todo el mundo actualmente tiene acceso a los medios técnologicos de reproducción, pero también creo que eso es precisamente lo interesante de este nuevo siglo, porque al igual que en el pasado, que no había esta accesibilidad y los que se encargaban de hacer o salir en fotografías eran privilegiados, en el presente, al haber tantas imágenes, se produce una vanalidad en estas, hay un lenguaje iconico que está detrás de todos estos símbolos y que  llega incluso a vulgarizarse. Es por esto, que creo que es absolutamente posible que salgan buenos productos en este siglo, e incluso pienso que los artístas que estamos empezando tenemos una gran oportunidad de hacer algo novedoso en esta nueva era donde creemos que todo está ya visto

jueves, 1 de diciembre de 2011

Nota sobre la originalidad.

El tema de la originalidad es algo que obviamente repercute de lleno en los creadores, pero sobretodo nos preocupa a los que estamos empezando, porque tenemos el deseo de llegar a ser alguien y para ello, entre otras cosas, tenemos que partir de la originalidad.
Lo original, es lo sorprendente y tiene mucho que ver con la difusión, pero esto a su vez, puede llegar a ser un callejón sin salida, ya que es una excitación constante por superar al otro.
El otro día, una amiga me dijo que ella prefería al artista autodidacta que no haya recibido educación artística, porque así sus ideas son más puras y no responden a un canon aprendido. Yo estaba en desacuerdo con ella, porque pienso, que lo importante en el artista, no es su educación ni su origen, si no su producto. Es verdad, que en la facultad nos enseñan como poder llevar a cabo un proyecto, los pasos a seguir, pero creo que es ahí donde el artista tiene la libertad de escoger lo que le interesa de esos conocimientos y no seguirlos al pie de la letra.
Creo que el problema no está ahí, si no en como funciona la sociedad en cuanto a la educación (aunque se podría aplicar a prácticamente todo). Desde pequeños nos piden resultados, productos terminados. Con 18 años la juventud se plantea que carrera va a tener más salida para tener un mejor futuro. Todo es producción, todo es negocio al fin y al cabo. Sólo hay que ver las facultades de economía, derecho, medicina, empresariales y compararlas a nivel de infraestructuras, en general a nivel de prestación económica por parte del gobierno, con las de filosofía, bellas artes, literatura, música…

Hay una teoría de Leonhard Euler que sostiene que el matemático crea el problema cuando no piensa en generarlo, si no cuando el inconsciente trabaja y se mueve en un contexto diferente a las matemáticas.

También el músico Norbert Elias, escribió un ensayo sobre Mozart, en el que escribía que parte de su genio consistía en no tener la intención de ser original, porque si no no tendría público, tenía que responder a unos cánones establecidos y a través de ello, a partir de "no tener la intención de"...consiguió ser uno de los músicos más innovadores.

Con esto quiero decir, que os artistas tenemos que ser capaces de dejar de pensar en un producto final que contente a todos los estereotipos y cánones y tenemos que tener espacio y tiempo para pensar, reflexionar sobre todo lo que ocurre a nuestro alrededor, meternos en el mundo y en la sociedad y luego echar mano de nuestro inconsciente, dejar la mente en blanco, aburrirnos, que las cosas sucedan sin intentar modificarlas, que por un determinado tiempo podamos mirar en nosotros mismos hasta que encontremos un proyecto que desarrollar.

The pencil of Nature





El primer libro ilustrado con fotografías y presentado por fascículos con una intención comercial se titula The pencil of Nature. Se publicó entre 1844 y 1846, cinco años después de que se inventase la fotografía.
Su autor es William Fox Talbot, creador del negativo en la fotografía y del Calotipo.
Me interesa sobretodo porque es fascinante como tiene que explicar a la sociedad que lo que están viendo es una imagen real y no ficticia, por lo tanto, con cada imagen añade una descripción. En la introducción del libro dice:


Las placas de este trabajo están impresionados por la agencia de la luz sola, sin ningún tipo de ayuda del lápiz del artista. Son los propios sol imágenes, y no, como algunos han imaginado, grabados en la imitación.


Durante la lectura y visualización del libro, llama la atención cómo Talbot expresa su conocimiento de la imagen y como describe no solo los objetos o lugares, si no la forma en la que ha hecho la fotografía dependiendo de lo que se tratara.
También me llamó mucho la atención la manera en que da publicidad al nuevo invento y como vende el producto, demostrándonos sus posibilidades, su avance, comparándolas con otros medios y formas de captar la realidad, como por ejemplo, cuando en la fotografía Nº 3 Artículos de porcelana, el autor señala que el tiempo que emplea el coleccionista en organizar su colección, es el mismo que emplea Talbot en hacer la foto. O cuando de esta misma foto, explica que si la colección de objetos es robada, la fotografía sirve como prueba ante un tribunal de justicia para encontrar los objetos. 
A nivel personal, este tema me afecta mucho en cuanto a lo conceptual, ya que mi proyecto tiene mucho que ver con la descripción de las imágenes.
Fox Talbot, hace uso de la descripción porque el producto que vende es absolutamente innovador, la sociedad todavía no lo conoce y necesitan una explicación, pero no una explicación de que es lo que sale en la fotografía, si no de una nueva concepción de realidad. El autor expone: esto es una fachada de un edificio, podemos ver que la fotografía se ha tomado desde este ángulo…
Pero en realidad lo que hace el autor es convencer a la gente de que eso que están viendo es la realidad, y no un dibujo, de ahí el título del libro.
El descubrir este libro, me ha hecho pensar sobre la concepción de la realidad, y a su vez, me he dado cuenta que hablar y pensar sobre fotografía, es reflexionar sobre la realidad y por lo tanto, es cuestionarse las diferentes realidades existentes.
Volviendo a lo personal, me intereso por la descripción porque la imagen ya de por sí nos suscita una serie de sensaciones y de ideas; pero en el momento que incluyes en la totalidad de la imagen una descripción o cualquier otro elemento descriptivo que no necesariamente diga nada en relación a esa imagen, o que la descontextualice, rompe estas impresiones iniciales, y es ahí donde el creador desafía la realidad, juega con el juicio y el convencimiento del espectador y le abre un nuevo camino que explorar.
Es por este motivo, entre muchos otros, es por lo que me ha motivado el descubrimiento 
de este extraordinario libro.


lunes, 14 de noviembre de 2011

El desierto de Eggleston























William Eggleston me interesa en primer lugar porque fue pionero en romper unos cánones de belleza clásicos dentro de la fotografía moderna de los años 70, y en segundo lugar, porque el silencio que contiene su fotografía me conmueve y me transporta a un espacio en el que predomina el silencio y se convierte en algo sagrado, sublime.

Antes de hablar del autor, voy a comenzar por el origen del pensamiento que se relaciona directamente con su obra.

El interés por la ruina o lo que es lo mismo, la huella, la constancia de vida, comienza a partir del siglo XIV con la recuperación y el descubrimiento de testimonios escritos y a partir de ahí se investigan los restos arqueológicos. En la Edad Media estos asuntos no tenían la menor importancia pues las enfermedades, la religión y las guerras tapaban los ojos a la sociedad y no había interés por otro arte que no fuese lo sagrado.

Uno de los que más se dedicaron a estudiar y reproducir los monumentos romanos fue Giovanni Battista Piranesi arquitecto, investigador y grabador italiano. Realizó más de 2.000 grabados de edificios y estatuas.
Todo esto se relaciona con la obra de Eggleston pues ante una fotografía que se imponía sobretodo con los fotógrafos europeos cargada de belleza en el sentido más clásico, composición renacentista, momentos decisivos, regla de tercios, etc., aparece su obra, que choca frente a estas ideas, sobretodo cuando hace uso del color, pues su fotografía trataba de la nada, se trataba una captura de la realidad sin aparente interés en lo que se representa frente a imágenes que a pesar de tener un profundo sentido de la modernidad (sobretodo en la intención) también existía en ellas un gran condicionamiento de las reglas clásicas.

La gran aportación y el gran valor de este fotógrafo es el uso que hace del color, mientras que otros que se interesaban por temas similares usaban el blanco y negro.
Había por tanto un profundo sentido de la modernidad pero dentro de ello existía un gran condicionamiento de las reglas clásicas.
El color siempre ha sido condicionante en la obra, y en este caso a pesar de que generalmente se use para llenar la imagen de vida, se utiliza para todo lo contrario.
El color hace hincapié en la nada.

Según palabras del propio autor, su interés por estas imágenes yacía en que al vivir en un pueblo americano bastante feo (Sumner en Missisipi) sentía que lo que tenía que mostrar era una reivindicación de esa fealdad y de ese vacío.
Pero aparte de este motivo, hay otro muy importante y condicionante en su vida que le conducía a hacer este tipo de arte: el ambiente pop en el que se movía.
Mantuvo una larga relación con Viva (Janet Susan Mary Hoffmann)  que era una de las musas de Warhol, por lo tanto frecuentaba círculos donde el pop art estaba presente.
Este hecho queda constante en su obra, pues al fin y al cabo el art pop no habla de otra cosa que no sea del vacío y la muerte (en líneas generales).


Es por este motivo por el cual se podría relacionar tanto conceptualmente como incluso pictóricamente con el pintor estadounidense Edward Hopper cuyas pinturas urbanas o rurales repletas de un silencio que inquieta al que las mira ya que observándolas se llega a dudar de si el espacio en el que se hayan es real o ficticio y de los pensamientos de los personajes, que se encuentran absortos en su mundo y que no muestran al espectador nada más que eso.

Como lo que no nos llama la atención de fotografiar es lo que no consideramos digno de ser fotografiado, a mi me ha interesado este artista porque pienso que su arte es muy innovador, sobre todo por emplear el color de una manera descontextualizada y por ser otro artista más que utiliza el vacío como pretexto de su obra y juega con lo desértico, con lo melancólico que ya de por sí me dice mucho más que lo lleno, lo vital, pues a fin de cuentas en esta sociedad se nos impone un canon de belleza inamovible, lo bonito es lo bello, una flor es algo que ya de por sí tiene que suscitar belleza. La vida no es así, eso no es lo real y por tanto es una mentira absoluta. La belleza tiene que ser sinónimo de aquello que nos llena y nos aporta algo, que llama nuestra atención y que nos conmueve, nos emociona, nos llena de vitalidad en el sentido más abstracto de la palabra.









domingo, 13 de noviembre de 2011

La mirada de Cartier-Bresson




A continuación voy a hablar sobre uno de los textos de Cartier-Bresson, en el cual expone la idea clave de su arte: la mirada.
Bresson no concebía el arte apartado de la vida y eso es lo que más me interesa de el, además de ser una de sus doctrinas más características.
Creo que uno de los errores que más se ha cometido en referencia al arte es precisamente el intentar apartarlo de la vida.
En mi opinión los artistas no hacemos arte como alguien que hace una tarea o realiza un trabajo totalmente ajeno a su vida, sus pensamientos etc. Tenemos la suerte de que nuestro trabajo, es al mismo tiempo nuestra vida y está absolutamente relacionado con todo lo que ocurre en ella, por muy diferente que pueda ser estéticamente, en las intenciones, o en el concepto hay un reflejo de nuestro mundo interior.
Bresson tiene mucha razón al decir que “todo está en movimiento y de repente todas las líneas se organizan. Es ahí cuando hacemos la fotografía. Ese es el momento decisivo”.
Creo que los que nos dedicamos al arte, tenemos que estar atentos, tenemos que se cazadores de esos momentos en que sin saber como ni porque, todo encaja y se adecua a nuestra forma de pensar, de ser etc, presentándose ante nosotros una imagen perfecta que incluso supera nuestras expectativas, porque es mejor que lo que habíamos planeado.
En ese instante, tenemos que cumplir con nuestra función, y sin ninguna duda plasmar lo que se ha creado ante nosotros. Es entonces cuando tras haber finalizado el trabajo, sentimos una sensación plena de haber cumplido con nuestro deber y generalmente siente uno la necesidad de mostrarla al mundo.
En ese momento decisivo como bien dice Bresson, el fotógrafo debe confiar en su instinto, porque es lo principal en esos momentos, tiene que estar relajado pero a la vez tenso y tiene que tener mucha intuición.
Es una momento único que responde a una mirada del artista, a un don que posee de poder captar esa composición inexistente para otro, y que tiene más que ver con dejarse llevar dentro de una tensión, que con un control absoluto y cerrado de todo lo que sucede ante nosotros.